ELLINGTON, EDWARD KENNEDY (DUKE)
Ellington nació justo antes del cambio de siglo (1899) en la capital de la Unión, Washington D.C., y se crio, principalmente, en la ciudad de Nueva York. Con una carrera de más de cincuenta años, este prodigioso pianista y compositor, con más de 1500 composiciones a sus espaldas canciones, suites, música sacra, bandas sonoras, musicales y sinfonías, entre otros divertimentos, dio el salto a la fama gracias a las actuaciones de su orquesta en el mítico Cotton Club de Harlem. Conocido también por sus colaboraciones con otros artistas, Ellington reflexiona en estas páginas sobre el trabajo llevado a cabo con muchos de los músicos que conoció y con los que trabajó Billy Strayhorn, Ella Fitzgerald, Tony Bennett o Dizzy Gillespie y los muchos lugares que visitó durante sus incontables giras y correrías. Su figura preside la etapa acaso más popular para el oído (y el esqueleto) de la patronal blanca en la evolución del jazz (los años del swing y las grandes orquestas), pero basta con escucharlo guardándole las espaldas a Paul Gonsalves, durante el mítico concierto de Newport (1956), o adivinar su presencia en el saxo de John Coltrane cuando este interpreta «In a Sentimental Mood» junto al piano del maestro (1962), para advertir que la magia de Ellington desborda todos los géneros, razas y categorías, se codea con los diversos estilos que jalonan la historia del jazz antes del vanguardismo experimental que llegará con otros vientos e irrumpe en los acordes navegados por sus coetáneos y por los depositarios de este arte que él mismo daría en llamar Música Americana entre las generaciones venideras que siguen preservando y veneran este patrimonio universal del buen oído.